miércoles, 19 de enero de 2011

Último relato del pequeño paseo germano-belga.


Düsseldorf no es gran cosa. Así de claro. Lo primero que hice por la mañana fue ir a la oficina de turismo a pedir un mapa, alguna recomendación y preguntar si hay zonas con wi-fi gratis. Y la chica se quedó extrañada diciendo que no, si acaso en algún bar, pero pagando una consumición. Vaya... ¡en Spanischland no estamos tan atrasados como parecía!

Las dos cogidas de la manooo...
Esto es muy pequeño y no tiene prácticamente nada de interesante. A ver, es una ciudad que fue devastada totalmente en la guerra y construida de nuevo sin siquiera respetar el antiguo trazado de las calles. De todos modos tiene rincones bonitos y para pasear es agradable. Uno no puede caminar todos los días bordeando el Rín, que bajaba muy cargado y con unas corrientes bastante fuertes debido a las inundaciones que está sufriendo el norte de Europa (¿Cambio climático? ¿Eso qué es?).

En sólo media mañana y paseando tranquilamente hice un recorrido recomendado en una guía que me dieron, paseé por la orilla del río, crucé dos puentes, paseé por la orilla contraria, subí a la torre de telecomunicaciones, me tomé algo admirando las vistas y callejeé un rato más... cuando ya estaba repitiendo calles me quedé sin saber muy bien qué hacer. Y siendo lunes todos los museos estaban cerrados. Opté por comer algo, hacer un poco de siesta e ir a patinar un rato sobre hielo. Y eso hice, patiné :) y feliz de la vida.
Desde las alturas.


La verdad es que llevaba un buen tute encima. Después de estar una semana pateando sin parar, viajando en trenes, aviones, bicicleta, patines, etc... al cuerpo se le acaban las pilas. Y eso lo noté al día siguiente. Mi plan era llegar a Colonia y visitar la ciudad, pero mi cuerpo no podía más. Aún así fui y me llevé un chasco mayor si acaso que con Düsseldorf. Y es que si allí hay muy poco que ver... en Köln no hay NADA. Bueno, si, está su magnífica catedral... res pus. Fui a la oficina de información y me trataron con un poco de asco, les pregunté qué podía visitar, me ofrecieron un mapa por 20cent (!!) y me dijeron que ahí estaban marcados los puntos de interés... Ale, toma, tu nómina del mes para ti, que te la has ganado.
Y de nuevo... los semáforos. ¿Pero es que en este país no saben normalizar el uso de unos corrientes aparatos para dirigir el tráfico? Aquí son más estúpidos si cabe... ya que el semáforo para peatones tiene ¡2 luces rojas! Es decir, además de la verde con el señor caminando... tiene 2 luces rojas, una encima de la otra, con un señor cada una. ¿¿Para qué?? Se encienden las dos a la vez y se apagan a la vez. Inaudito...

Esto es todo Köln...
Me puse a caminar sin saber bien qué visitar, pero le pasa algo similar a Düsseldorf, y es que esta ciudad también fue destruida en su totalidad durante la guerra, menos su catedral, dicen que fue un milagro que las tropas aliadas casi no la dañaran (ains... además de alcohólicos cerveceros, supersticiosos...). Al menos aquí sí respetaron el trazados de sus calles, legado de los años en los que fue ciudad romana. Pero ya está, no tiene nada más. Miré el plano y todo lo que me indicaba eran iglesias, los únicos puntos interesantes eran precisamente esos, los vestigios romanos. Muy cansado y habiendo pagado 1€ por mear... (si, por usar los baños de donde sea, tienes que dejar dinero... ¿que no llevas suelto? Pues paga lo agarrado y te jodes) caminé y caminé. No tenía claro qué visitar porque el plano no es lo mejor del mundo que digamos. Aún así fui a buscar un trozo de muralla romana. La localicé... en medio de casas, cubierta totalmente de maleza y escondida en una calle secundaria. Vaya manera de tratar lo poco cultural e histórico que le queda a la ciudad. Hasta su plaza mayor es fea de cojones. Eso si, tiene unas calles peatonales y comerciales muy bonitas llenas de tiendas: C&A, Zara, New Yorker, H&M, Mango, etc... ¿Vienes al culo de Alemania para ver las mismas tiendas que en todos lados?
También me percaté que en esta ciudad deben tenerle una manía terrible a los bancos, de esos que se usan para sentarse... esos de los que aquí NO EXISTEN... Busqué y busqué, cansado como estaba, alguno para poder comer el bocadillo que me había preparado. Nada, la búsqueda fue infructuosa. Al final me senté en el trozo de muralla a comer... total, la tienen abandonada y de cualquier manera. No creo que les importe.
Cansado como estaba, viendo que esta ciudad no tiene nada que ofrecer y que comenzaba a chispear, decidí largarme tan sólo 3 horas después de llegar a la ciudad (de las cuales te sobran 2 y media para visitar las zonas más importantes de la ciudad).

Fui al hotel a descansar y luego salí de nuevo a pasear por Düsseldorf, ya que en la guía explicaba que “la ciudad vive en frenesí” (sic). Y yo vi lo mismo que por el día, poca gente por las calles, comercios cerrados a las siete de la tarde y muy poca iluminación. Así que sin pena alguna, volví al hotel para descansar otro rato más. Mañana es mi último día y pretendo visitar el museo del cine. Luego iré al aeropuerto pagando 7€ por un trayecto de 5 minutos de reloj. (Si... los medios de transporte públicos en Alemania son terriblemente caros).

Después de la gran Berlín, la fantástica Bruselas, la maravillosa Brujas... acabé mal la cosa en la pobre Düsseldorf y la decepcionante Colonia. Pero bueno, dos de cinco no es bastante para que me lleve un mal sabor de boca de la experiencia.

Viajar solo no es ni mejor ni peor, es diferente. Lo único de lo que me puedo arrepentir es de no tener fotos mías haciendo el idiota! El resto, igual de bien que acompañado. ;)

lunes, 17 de enero de 2011

Aventuras y desventuras cruzando fronteras.

En mi última mañana bruselense, recibí varias señales que interpreto como un: “Huye de Bruselas o algo malo te pasará”. Quizás exagero un poco, a saber. Para empezar, mi despertador no sonó (en realidad, fue un alarde de sobreconfianza en mi mismo ya que no comprobé si estaba puesto y evidentemente, estaba apagado) y me quedé durmiendo en la cama, despertándome a cada rato y pensando que hasta que no sonara el despertador, habría tiempo para descansar. Cuando extrañado de no tener sueño miré el reloj... uupss... las diez y media, se me quitó el sueño de golpe del susto. El check-out era a las diez. Normalmente no pasa nada, te dejan un rato más pero... ¿Y si, con lo seriotes que son, en este país sí que te cobran el día por salir más tarde de lo concertado? Por suerte tenía la mochila prácticamente lista y pude arreglármelas rápidamente.


Salí a dar mi último paseo por la belle cité y me topé con un grupo de personas patinando sin pantalones y en pañales. Emm... bueno... a ver... ¿Es esto una señal de Sauron o no? Y por último, en plena calle comercial empedrada se me torció el tobillo. No me llegué a caer ni a hacerme daño, por suerte, pero el gentío se giró para ver mi pequeño espectáculo de malabares con la mochila, la bolsa y la cámara de fotos colgando. Esa fue la señal definitiva que quería decir que me largara.
Aún así, desafié al destino y me paré en el museo de historia militar. Estaba prácticamente cerrado ¿por obras? ¿Como muchísimos monumentos por allá donde voy?, sólo se podía visitar lo más espectacular, el hangar donde está la zona de la aviación. Y como su nombre indica, aquí hay aviones, helicópteros, avionetas, tanques, misiles, torpedos... todos reales metidos en una pedacho nave de tres pares de narices.

De allí, fui directo a la estación dispuesto a coger un tren hacia Düsseldorf. Me daba miedo volver a Alemania, ¡con lo raros que son! En el tren me sucedió de nuevo un hecho, a mi parecer, muy irritante. Al lado mio se sentaron unas chicas que no dejaban de hablar y hablar y hablar (bueno, sólo era una... la otra escuchaba). Ya es la tercera chica que me toca en uno de los muchos trayectos que estoy haciendo que no para. Pero cuando digo no parar, es no parar. Ni una pausa. ¿Cómo lo hacen? ¡Es que yo creo que ni respiraba! Bla bla bla bla bla bla. Todo el tren en silencio... y ella dale que te pego. La primera vez que me pasó intenté tomármelo con calma y buscarle el sentido del humor atendiendo al idioma (normalmente han sido en flamenco o en árabe) del que no entendía ni papa e intentando imaginar de qué hablaban. Pero escuchar un tono de voz constante que no deja de sonar y sonar ni un instante saca de quicio a cualquiera. La primera vez era una chica con dos chicos. Ellos participaban un poco en la conversación, no les veía mala cara. La segunda fue una quinceañera con el novio el cual tenía la expresión de estar practicando el método Homer (el cuerpo se queda, el cerebro se va) tampoco logré averiguar si el chico era mudo o qué; y esta última fue más curioso. Una de las chicas, la más normal, estaba leyendo el Corán (si a eso se le puede llamar normal, claro). Otra, superpija o sea de la muerte, la ve desde el asiento de atrás y la saluda. No deja pasar ni un minuto y ya le dice algo que yo interpreté como un: “¿Puedo sentarme a tu lado? Yo también soy islamista y voy a poner una bomba musulmana”. La otra pobre inocente le dijo algo que parecía un “Claro que si, ¡por Alá!” sin saber que lo de la bomba era real, pero en sentido figurado. Me estuve fijando en la cara de la chica “normal” y era de foto. A los cinco primeros minutos era de amabilidad. A los 10 minutos era de: “Alá me está castigando”. A los 20 minutos era yo el que se levantaba y se largaba a otro lugar donde no tener que oír a la pedorra esa.



Entonces me fui a sentar al lado de un chaval que escuchaba música con auriculares y tarareaba de vez en cuando en voz alta... Ains... ¿Qué magnetismo tengo para la gente rara en los trenes? Por suerte, otro chico le llamó la atención y quedó todo el vagón en silencio. Paz... felicidad... relax.
En el viaje que hice yendo de Bruselas a Brujas me senté con un chaval dormidísimo y tirado en los asientos de cualquier modo, con la bragueta abierta y roncando. Vestía decentemente, así que la teoría es que había salido de marcha y se había excedido un poco. En un momento dado, se estiró aún más ocupando con sus pies mi sitio y el de mi acompañante de al lado. El hombre no le dijo nada, pero yo le pegué golpes hasta que conseguí que reaccionara y se colocara. El caso es que cuando le despertó la revisora, el chico, atontado, se dio cuenta que debía haberse bajado en Bruselas. Desde ese momento comenzó a hablar solo y en árabe, maldiciendo, señalando al cielo y mirando a todos lados...

El tema es que estoy de vuelta en Alemania, peleándome con los semáforos de nuevo... Aquí son diferentes a Berlín. Los peatones tienen 3 luces, como la de los coches. En un cruce, veo que está en ámbar (señalizado con una luz cuadrada) y me dispongo a cruzar a prisa. En ese momento, los coches que estaban parados, aceleran y casi me atropellan. ¡No puede ser! ¿Por qué son taaannn chungos estos alemanieschen? Después de arduas investigaciones averigüé el funcionamiento, a ver si alguien le encuentra la lógica funcional. El semáforo de peatones en rojo, el de coches en verde. El de peatones pasa a ámbar y un segundo después a verde. Los coches en rojo. Cuando el peatón vuelve a ámbar, un par de segundos después lo hace el de los coches también, así que ya le pisan al acelerador porque se va a poner verde a la de YA. Y efectivamente. No se ha puesto el de peatones en rojo cuando el de coches ya es verde. (Esto ocurre durante 1 segundo... suficiente para que arranquen a prisa y corriendo). En fin...

De momento no he visto nada de esta ciudad, sólo una par de similitudes con Berlín sobre la luz, por la noche casi no hay alumbrado público. Hay calles que si no es por los letreros comerciales, no ves nada. ¿Es parte de un estratégico plan de ahorros municipal? Y lo más preocupante, en común con Bruselas también, es la cantidad de moros que hay por todo, ya sea con pañuelo o incluso con burka. Prefiero a los guacamayos como inmigrantes que a estos chungazos radicales.

Y con esta seria reflexión, me voy a dormir un rato en el hotel sin internet (Otro punto negativo para esta ciudad a la que acabo de llegar... y van unos cuantos....). Mañana será otro día.

sábado, 15 de enero de 2011

A la búsqueda de Tintín

Minimini pis

Bruselas... la ciudad que nunca ve el sol (o pocas veces). Aquí no hace tanto frío, pero llueve a gotitas, lo que se suele llamar chirimiri.
La primera noche de hotel me esperaba. Un 7º piso con un gran ventanal que daba a una panorámica de la ciudad entre edificios y tejados. Pero había una fina neblina que impedía ver con claridad nada. La primera noche iba a descansar tirado en la cama.. pero un ruido muy molesto que venía de las cañerías de la calefacción me obligaron a bajar y pedir que me cambiaran de habitación... Me la dieron en el primer piso... sin vistas, pero una habitación más grande que mi cripta! Dos camas de matrimonio pegadas una a la otra y una pedacho bañera. Jejeje... moooola!

Al día siguiente me levanté dispuesto a ver qué tal era la capital Europea, y lo primero que me percaté es que es muy cara... en media mañana me gasté lo mismo que en 4 días de Berlín... ¡¡y sin comprar nada!!
La verdad es que fui a tiro fijo, caminé hasta encontrar un City Sightseeing de esos rojos y me monté para hacer el recorrido. De todos los que he montado en diferentes ciudades este era el más cutre. Casi no contaban nada por los auriculares que te ofrecen. ¿Tan poca historia relevante o interesante tiene esta ciudad? A partir de aquí me di cuenta que todos los españoles que no vi en Berlín están en Bélgica.

Pequeña variedad de gofres.
Me bajé en el Atomium... aaah... ¡qué maravilla! Subí hasta arriba y admiré las vistas. Luego hay un pequeño recorrido por unas pocas bolas, subir, bajar, escaleras, métete por un tubo, por otro... ¿así se sienten los espermatozoides? (Menudo pensamiento profundo...)
La ciudad está llena de morosss... mala cosa... como se cabreen, reclaman de nuevo su territorio musulmán, porque alguna vez en la historia lo fue. (Como los romanos, celtas, holandeses, etc se pongan en el mismo plan... a ver qué hacemos).
Después de bajar del átomo de cristal de hierro, fui a pasear por la ciudad. Me topé sin querer (lo juro) con la Boutique Tintín... aaarh! Hay muchas cosaaas, pero taaan caras! Todavía estoy por decidir si me compro algo o no (estoy más cerca del NO que del SI). Pero me pongo nervioso y subo y bajo la calle un par de veces sin saber dónde ir o qué hacer. Así que me paré, respiré, y fui a la oficina de turismo más próxima. La tipa que me atendió debía tener almorranas, porque me sacó un mapa, me señaló las cosas que ya venían señaladas de por sí y cuando le dije que era un gran fan de Tintín se quedó con cara de decir ¿Y a mí qué me cuentas? Gracias a internet, descubrí que existe una guía para descubrir cosas de Tintín por la ciudad, cosa que no me dieron, cerrrrdos.

De la ciudad se puede (y debe) resaltar la plaza mayor... una pasada. Preciosa.. Me quedé con la boca abierta. No en vano dicen que es la más bonita del mundo. El Manekenn Pis es mu chiquitajo, pero mucho mucho. Yo ya lo sabía, pero no pensé que tanto. Caminando caminando, llegué al museo del cómic... Aiiins... aaaaains... la de fotos simpáticas que no pude hacerme porque no había mucha gente en el museo y no pude rogarle a nadie que me retratara haciendo el gili con las cosas de Tintín que había por todo... aiiiiiiins... Pero bueno, es lo que tiene ser como Lucky Luke (también belga) a poor lonesome cowboy.
Y así gasté el día, paseando por la ciudad. Sin problemas, ni anécdotas. Los bruselianos son más normales que los berlinianos.

Gran invento: El tene-chillo.
Al día siguiente cogí un tren y fui a visitar la indescriptible ciudad de Brujas. Nada más llegar alquilé una bici y pedaleé sin parar horas y horas recorriendo el pueblo. ¡Qué bonito es! No podía parar de recorrer sus calles y parques. La verdad es que el terreno es plano y la bici de paseo fue estupendamente. Aquí seguí escuchando mucho el castellano de toda la vida. Maaadre mia ¿Han dejado la península vacía?

Mañana haré otro poco de visitas a museos... y partiré a otras tierras...

jueves, 13 de enero de 2011

Ciudad ganada... ¿o me ha ganado ella a mi?

Puerta de entrada al campo de concentración
Mi siguiente visita fue al Sachsenhausen, un campo de concentración situado en las cercanías de Berlín. Por internet vi que recomendaban una empresa de guías, barata, buena y con un guía también bonito (ejem...) y como me han pedido que les haga publicidad, pues la hago: www.cultourberlin.com.
Me quedé muuuy contento con la visita. Todo bien explicadito y duró bastante. Me resultó muy difícil no reírme y sacar el humor de algún lado. Reírme en el buen sentido, me gusta sacarle el humor a los temas tan serios. Pero el guía vivía las explicaciones y el resto del grupo tenían caras de horror cuando les explicaban cómo hacía las SS para mantener a raya a los prisioneros.


Alambrado electrificado... aquí alguno se suicidó.
La gente que venía a hacer el tour eran muy majos. Y el guía también. Nos volvimos juntos a Berlín mientras los demás se quedaban en diferentes paradas del tren en el que íbamos de vuelta. Al final, sin haberme planificado nada lo que debía visitar después del campo, decidí ir al Museo de la Técnica Alemana, y le pregunté al guía que dónde estaba (me había dejado las indicaciones en el hotel... esta ciudad me despista del todo), y me mandó a tomar por saco, pero allí no estaba ese museo... así que volví al hotel dando un paseo por la ciudad. Así que ese día yo le metí un gol por la mañana a Berlín, pero la tarde la tiré del todo a la basura por el detalle de no saber qué hacer, así que me metió un gol a mi. Empate por hoy.

Por la noche, varias razones de peso hicieron que me animara a salir del hotel e ir a visitar una zona de ambiente. La primera razón era que tenía hambre y necesitaba ir a comprar comida. La segunda, que tenía un billete de metro válido para todo el día, y la última, que la zona de ambiente estaba en mi misma calle y yo sin darme cuenta.

Fui a cenar a un maravilloso barrio lleno de chicas guapas y vestidas muy provocativas. Debo estar con el guapo subido porque todas me decían algo y alguna hasta me lanzó un beso. Ains... tengo gancho. Si no fuera porque no entendía lo que me decían, seguro que me hubiera ligado a más de una.

Llegué a la zona de pubs (al principio de la misma calle de mi hotel...) y me colé en el primero que vi. ¡¡Estaba genial!! La música era divertida, pusieron hasta el “Suavemente” de Elvis Crespo y a Jennifer Rush con la versión en inglés del “Si tu eeeres mi hoooombreeee”. Además el local estaba muy chulo y lo mejor... ¡¡había hombresss interesanteeees!! Algunos tenían pinta de seres normales alejados de modas de modernas y locas. Pero lo mejor de lo mejor era que (Atención Miguel Ángel, esto va por ti también) ¡mi poder de invisibilidad no funciona en germanalandia! Me miraban! Y no uno, si no varios! Hasta alguno atracativo me miró, y no era una mirada de desprecio como es habitual en los locales mallorquines.

Al final me fui después de casi una hora escuchando la música y observando el ambiente, aquí no hay ley antitabaco (Oleeee espanieeen, mejor que los kartofen en algooo) y mi ropa huele poderosamente mal. Y no tengo mucho más para ponerme... ains... me temo que voy a oler a tabaco el resto del viaje!

Veremos a la próxima si puedo oponer defensa al ferviente ataque de la ciudad....

Y hoy, mi último día en la ciudad, consigo cogerle el pulso, el tono y lo que haga falta. Por fin controlo la situación y me desenvuelvo con soltura. Tenía toda la mañana para visitar cosas sueltas pendientes, y a pesar de que eran muchísimas, me decanto por el arte. Empecé por el East side Gallery, que es el trozo de muro más largo que se conserva, con sus grafittis originales, si bien se han restaurado... y le quitan todo lo que podía tener de interesante, ya que lo suyo era imaginarse cómo eran las cosas en su momento. Pero bueno, supongo que con los años, la pintura de los grafittis se diluye mucho.

Luego fui al Palacio de las lágrimas. Como no, en obras. Respiro hondo, y sigo caminando. Mi próximo punto era la casa okupa más famosa de Berlín, Tacheles. Impresionante. Al principio te acojona entrar... parece lo peor de Son Gotleu, Son Banya, el Bronx y Sálvame juntos. Un edificio en semi-ruinas, con graffitis por todo, hasta en los barrotes, con ventanas tapadas con maderas... pero es la galería de arte más increíble que he visto. Subes hacia el tercer o cuarto piso y puedes ver los estudios de los artistas y cómo trabajan. En el patio inferior hay esculturas y coches abandonados y artisteados.

De allí hice un par de visitas más... y luego al aeropuerto. Por fin le había ganado a la ciudad. Al final me voy con buen sabor de boca y ganas de quedarme más tiempo. Hay mucho por ver, pero muchísimo. Así que, como dijo (entre otros) Schwarzenegger... “Volveré”.

Berlín tiene, entre otras muchas, algo curioso. Como una manía o una obsesión con los Toilettes... y es que no hay!! En la estación central de trenes más grande de Europa, sólo hay un aseo... lo mismo con los centros comerciales, que sólo tienen uno por grandes que sean. En los restaurantes, alguno hay sin aseos... ¿¿Qué les pasa?? ¿Tuvieron problemas en la época nazi y por eso no hay en ningún lado? ¿Hitler se escondía en el water dispuesto a atacar?
Si es que hasta el Aeropuerto principal tiene el peor baño de Berlín... pequeño, muy maloliente y sucio... ¡y eso en un aeropuerto! Que por cierto, muy, pero que muy cutre... y pretende ser el único de Berlín, donde van a cerrar los otros dos aeropuertos que tienen...

Y para finalizar... me encuentro ahora mismo en Bruselas. No he visto nada, ha sido llegar, localizar el hotel (me ha costado) y tumbarme en la cama. Pero es todo tan... tan... años 60-70... Y con “todo” me refiero únicamente a las estaciones de tren, sobretodo la central, a los carteles, a los azulejos. Y también me ha sorprendido la cantidad de vagabundos que hay! Menos mal que mi catalán me protege, uno me ha intentando contar la historia de su vida y le he dejado con un palmo de narices...

¡A ver si puedo con esta ciudad!

Berlín 1 - Viajante 0

El día comenzó raro... para empezar, el grajo volaba bajo no volaba nada. Mi primer despiste fue confiarme en el día anterior que había brillado el sol todo el día y no me abrigué tanto. Aún así pude aguantar el embiste. Pero la ciudad me tiene manía o algo asín.

Quise comenzar con una ruta recomendada por el barrio jodío. Así que me puse en marcha y llegué a su impresionante Neue Sinagoge y su cúpula dorada. El siguiente punto de la ruta era el antigüo cementerio jodío (Y jodío de verdad, los nazis se encargaron de destrozarlo... ¿los jodíos no tienen almas y no se tomaron su revancha atormentándoles por las noches?) Entre la nieve y que sólo quedaban en pie 2 lápidas (y semi-derruidas) le confería al lugar un halo de romanticismo extraño. Un cartel en la puerta pedía que los hombres cubrieran pudorosamente sus cabezas. ¿¿Pero quemestáscontaando?? Fiel a mis principio anti-gilipolleces, entré luciendo mis maravillosas entradas que tanto me han costado conseguir. Faltaría más. Eso sí, espero que esos espíritus que dejaron en paz a los nazis no la tomen conmigo. De eso ya se encargará la ciudad, porque para llegar a este cementerio, tuve que dar 3 vueltas a la manzana. ¿Dónde están las señalizaciones en esta ciudad? Ah! Si, en pequeñito ahí... si... sólo ahí... pero he de girar la calle y no me lo indican... Ah! Si, ahí hay otro letrero pequeño y escondido que hubiera visto si no fuera mirando la acera para no resbalar en el hielo y hubiera jugado al “¿Dónde está Wally?” más a menudo en mi infancia, ajam...

Ains... seguí la ruta que me indicaba y oh, sorpresa, pasé por la misma calle de ayer, bueno, si me indican que he de ir por aquí, yo voy. Oh... de nuevo la calle.. ¿pero esto qué eees? (Matías Prats dixit). ¡Aaarj! Desesperado por no encontrar lo que indica la guía y de dar vueltas a la misma manzana una y otra vez, me largo de allí. Más tarde me dirían que en esa zona hay dos sitios imporantes e interesantes. Pero como estaba dando vueltas cual peonza, los pasé de largo.

La ciudad se comenzaba a burlar de mi, pero la burla mayor comenzaría a partir de ahora. Para comenzar, el edificio-monumento que desde siempre me ha llamado más la atención de Berlín, la Kaiser-wilhelm-gedachtniskirche (lo he copiado, ni por asomo soy capaz de recordar este nombre), que es la iglesia medio derruida que han dejado tal cual, resulta que está encajonada... tal como suena. Metida en un cajón enorme que la cubre de pies a cabeza. Mi cara, toda ella, de gilipollas.

No fue lo único... resulta que la maravillosa cúpula de Norman Foster que encumbra el Reischtag... oh ¡Está cerrada al público! (Mi teoría es que hay alguna estúpida alerta anti-terrorista, porque hay muchos Polizeis por la calle armados con ametralladoras... y un par de personas me han dicho dos excusas diferentes que les han contado para no poder entrar a la cúpula). Ains... desde el parlamento se puede divisar el precioso (En primavera debe serlo) Tiergarten. Y desde ese punto podía ver la gran columna de Siegessäula, también símbolo de la ciudad... ¡Oh! ¡Cerrada y encajonada como la iglesia! Pero pero pero... ¡¡¡aaaaaarjjjj!!! y ¡¡¡re-aaaaarj!!! Mier$%#€$*@ Ains... mis ánimos un poco por los suelos. Al menos vi la Gran Puerta de Brandemburgo y las marcas de por dónde pasaba el muro.

Bueeno, seguí pateando como un loco por toda Berlín. En una gran plaza vi a una gitana de lejos que iba pidiendo, mal rollo... Hitler no hizo bien su trabajo. Se me aceró hablándome en alemán y yo “No entiendo”, pasó a hablarme en un correctísimo ingles, “no entiendo” le volví a espetar para ver si me dejaba tranquilo, pero ella soltó un “ayyy, dame aaargo pa comé, que tengo jambre”, mi cara se horrorizó. A ver, señora, (pensé) qué hace pidiendo y mal viviendo con la cabeza tan estupenda que tiene para los idiomas... so vaga, pónnnngase a currar. Me la logré sacar de encima como pude, pero su liendre (léase "hijo") se acercaba y pretendía venderme unas piedras que había cogido del suelo. Ahí ya escarmenté y le solté un: “no t'entenc res de res.. soc bàmbol i no se qué me vols dir, al·lotet”. En ese momento me di cuenta del poder del catalán. Visca la nostra llengua! El niño puso cara de “¿Eing?”, tiró las piedras y se largó.



Cansado ya de ir dando tumbos sin dirección fija y ver que todo estaba en obras... decido ir a un museo. Me decanté por el Pergamonmuseum. No es muy grande, pero si impresionante y de precio razonable. Me quedé contento aunque se me hiciera corto el recorrido (He visitado museos peores, como el de Florencia y era mucho más caro...).

Regresé al hotel temprano y cansado anímicamente y físicamente. Tenía la sensación de no haber hecho nada, y eso que no paré de andar. Sentí que la ciudad me había marcado un gol. Aún así decidí quedarme un día más para poder empatarle al menos!

martes, 11 de enero de 2011

Crónicas de un viaje berlineado.


Willkommen auf Berlin... aterricé en tierras germanas, aún inhóspitas para mi. El aeropuerto no tiene mucha pérdida. Es un hexágono y sólo tienes que cruzar los dedos para que la puerta de salida de tu vuelo esté cerca de la parada del autobús... La suerte no está de mi lado, ejem.
Después del bus, tocaba coger metro hasta la parada del hotel. Bien es sabido que el idioma alemán, a los castellanos, nos suena feo, brutote y que no entendemos ni media palabra. Pues el idioma es un poco reflejo de todo lo alemán... No tuve los santos cataplinen de localizar la línea de ¿tren? ¿metro? que necesitaba. Así que tocó pedir información (no sin antes haber recorrido una moderna y grandíiiisima estación de cabo a rabo). Siguiente cosa curiosa de los alemanuzos (no te ofendas Manu...), tienen a Mallorca como su Meca personal, es decir, todo alemán tiene la “obligación” de viajar a la isla aunque sea una vez en su vida, pero eso si, spanishen?? Tu puten madren. Aquí o inglés o francés... bien listos que son... ¿para qué aprender un idioma de un país que se va a pique?.
Menos mal que uno tiene estudios y el inglés se la da estupendamente:
  • Hallo, you speak spanish? ¿No? Vaya... bueno, Je veux prendre le metro pour go to my hotel, where I must to..?
Ains... aiiiins... mi cerebro no computa.. ¿¿qué he dicho?? Uff... ya estoy de nuevo mezclando inglés y francés... ¡¡no me sale hablar el english!! cada vez que quiero decir algo, me sale el francés. Todo esto es culpa de Zapatero.
De todos modos, consigo hacerme entender y comprender lo que me explican. Las líneas S son de tren y las U de metro... (es de cajón)... así que poco a poco le estoy pillando el truco al transporte público... pero muy poco a poco, porque en la entrada no hay puertas de control ni nada... tu te metes al tren y ale, a viajar por la cara... ¿para eso me he gastado el dinero del ticket? ¿aaande se valida? ¡No veo máquinas en ningún lado! Ya aparecerán...
Dentro del metro me doy cuenta de lo musical que es todo. Hay una línea que te lleva a Spandau... (Ballet) y otra línea que es la U2. Busqué desesperadamente la estación Madonna o Roxette, pero fue en vano. Malditos alemanuschen... no tienen consideración alguna con mis gustos musicales.
Esperando el convoy veo todo tipo de gente pasear, pero es todo tan común... bolsas del Lidl, del H&M... es lo que tiene la globalización. Lo que espero que no se globalice es la moda de las chicas de aquí que consiste en llevar los calcetines por encima del pantalón. Ains, cómo me dolieron los ojos, sólo comparable a la moda de ir con los pantalones cagados y enseñando ropa interior. Por suerte parece ser que eso es algo que aquí tienen superado.
Al fin llego al hotel (saliendo del metro me doy cuenta que hay una pequeña máquina que sirve para validar el ticket... ¡qué confiados estos!, no hay ni puertas ni barreras, por lo que viajé gratis esta vez.
La búsqueda del hotel también fue complicada, ya que el sistema de numeración germano es... también.. raro. Mirar aquí.
Menos mal que algo de esto recordaba, que si no, me pego un tiro definitivamente. Las calles están nevadas, pero la nieve ya es hielo y ¡resbala mucho! De tanta sal que hay, al caminar haces mucho ruido contrastado con el silencio de los barrios residenciales de aquí. Todo es muy tranquilo y muy oscuro.
Por la noche decido quedarme a descansar, ya que ya llevaba una ligera pateada cargado como la mula Francis.
Al día siguiente decido comenzar mi aventura turística por la ciudad. El nivel de borrachuzos es considerable. Ya son un par los grupos de jóvenes que veo a una hora decente transportando cajas de litronas (cajas, si... de esas que llevan los repartidores a los bares...) y en una estación del metro, había una reunión de borrachos peleándose. ¡Viva la bier! (Ver la foto adjunta... ahí están los efectos de esos brebajes en los alemanes).
Otra gran curiosidad... los semáforen. En cada ciudad que visito, procuro sacarles fotos, porque todos son muy curiosos. Al final, los semáforos españoles son los más austeros. En este caso, son señores con sombrero borsalino. Si, con sobrero. Cuando está en rojo, hace una postura de crucificado. Pero esta no es la única cosa reseñable de los puñeteros simpáticos semáforos. Algo raro les pasaba, porque cuando uno esperaba paciente y cívicamente al verde (ese “uno” es un servidor) comienzas a cruzar mirando a la otra acera, y en mitad del cruce, miras al semáforo como acción involuntaria y de golpe... ¡Oh! ¡Está en rojo! ¡aarj1 Pero si no lo he visto parpadear... y no me ha dado tiempo a cruzar, pues si que voy despistado.
Pero ¡nooo! ¡Es otra costumbre rara alemana! Los semáforos, de peatones al menos, ¡no parpadean! Cambian del verde al rojo instantáneamente. Y duran en verde lo que le dura a Belén Estéban una raya de coca.
No voy a salir vivo de esta ciudad...
Mi ruta turística es un tanto descontrolada, ya que hoy lunes están todos los museos cerrados. Así que procuro visitar lo que sólo se puede ver por fuera. Pero mientras que en algunas zonas, los monumentos de interés están alejados unos de otros, a medida que te acercas al Mitte, está todo muy junto y la vista se te va a todos lados.
A la hora de comer, comienzo a buscar algún sitio al que reposar mi dolorida espalda de cargar con la bolsa y la cámara de fotos. Y de golpe veo una bandera española en un bar de tapas. ¡Y tienen menú! ¡Qué baturro es todo! El sitio se llama yosoy y decido penetrar y comer en ese sitio.

Mi día de visitas acaba en la exposición “Topografía del terror”. Los pelos como escarpias se me pusieron de ver un buen trozo de muro intacto. La exposición no me pareció tan interesante. Igualmente escalofriante el Checkpoint Charlie tal y como era. Hasta sigue el cartel de “Está usted saliendo del sector estadounidense”.
Y para finalizar mi periplo de hoy, no podía falta la búsqueda de la cena. Hay una curiosidad sobre esto. En un capítulo del libro de “La historia interminable” (del escritor alemán Michael Ende), Atreyu debe traspasar una puerta que sólo se abre si la persona no quiere abrirla. Eso mismo ocurre cuando buscas un Burguer King o un McDonald's para comer algo. Mientras no lo busques, aparecerán constantemente en tu camino. Pero como quieras alguno, desaparecen inexplicablemente. Algo digno de investigar que debería ser tratado en universidades e incluso en la NASA.


Al final, después de 1 hora de caminata y búsqueda infructuosa (prometo que busqué en internet la dirección de uno... y ni así apareció, se había volatilizado) apareció como si de un milagro se tratara un KFC. El restaurante más injusto para los solitarios. Mientras que un Menú para 2 incluye unas 6 o 8 piezas mínimo de pollo, el menú para 1 persona se compone de 2 míseros muslos.
De momento, se acabó el día... cenita en la habitación del hotel... y a la cama, que mañana hay más... Miedo me da lo que me pueda deparar el día!