martes, 20 de febrero de 2018

Esta cocina es un infierno

NOTA:
Allá por Julio de 2014 estaba relatando mis experiencias por las Australias. Por algún motivo se me quedaron descolgadas un par de historias que no llegué a publicar. Como ahora estoy con un propósito de intentar hacer el esfuerzo de tratar de procurar una pretendida prueba de retomar la escritura, revisaba este, mi blog abandonado, y rescato esta anacrónica historia como para empezar, asín, sin esforzarme tampoco. Sin más, dejo aquí el relato.

(Fecha original del post: 9 de Julio de 2014)
Friday night. He comprado huevos y una suerte de Jamón York para poder prepararme una tortilla. Me apetecía algo caliente. Aquí es costumbre cenar a las siete, así que como dice el dicho: allá donde fueras, haz lo que vieras. Esperé a esa hora sin merendar nada para abrir el apetito, entonces comencé a escuchar ruidos desde la cocina.

La verdad que no me apetecía que me vieran cocinar, será la falta de costumbre de tantos años viviendo solo en casa, una comodidad totalmente rota compartiendo piso con completos desconocidos.

Una hora después me animo a subir, pensando en dejar el tema tortilla para otro momento y hacerme sandwiches calientes. Al llegar arriba estaba mi compañero holandés con un amigo suyo al cual saludo brevemente y veo la cocina vacía así que aprovecho la ocasión. Decido hacerme la tortilla. Desconocía el alcance de esa decisión.

Preparo las cosas mientra hablo con Joost (el neerlandés) que me ofrece todo tipo de comida, no sé si ya se imaginó que aquello podría acabar en desastre o simplemente trataba de ser amable. Le veo sacar de nuevo su pizza congelada de la nevera (tengo la sospecha que sólo se alimenta de eso).

Busco una sartén y veo una mínimamente decente, quizás un poco grande, pero podrá servir. Como tiene un poco pinta de vieja, le pongo aceite de girasol, suficiente para llenar el fondo, pero no para hundir la tortilla. Enciendo el fuego y comienzo el proceso...

Algo extraño comienza a suceder cuando veo que le cuesta hacerse, no distingo que el fondo se vaya solidificando, así que le doy con la paleta un poco y upppss... ¡se ha pegado! ¡El aceite no ha servido de nada! Ya me imaginaba que la sartén no sería antiadherente, pero de eso a que fuera super-adherente ¡hay un mundo! Intento despegarla, con el consiguiente desastre, pero es que eso no es pegarse eso es superglue 3, 4 y hasta 10. El caso es que sigue sin hacerse y se comienza a pegar por donde ya había restos pegados! ¡Horror! ¡Pero qué invento es este! Aquello ya deja de ser tortilla, no es ni huevos revueltos, no es ni comida. Intento juntar los restos y no dejar de moverlo, pero sigue sin hacerse del todo. Cuando escucho a Joost acercarse a la cocina, rápidamente saco aquella masa y la meto entre dos rebanadas de pan de molde.

Como quien no quiere la cosa, comienzo a lavar esa sartén satánica y Joost me pregunta que si tengo novia en España... pobrecillo, no tiene gaydar, pero qué joputa, a saber si lo dice porque nota que mis habilidades culinarias dejan mucho que desear.

La sartén no se lava. Le rasco, la froto, uso baba de Alien y aquello no sale. ¡Me cago en sa puta! Eso si, está al rojo vivo, es decir, no ha cocinado la tortilla pero quema más que el cecinero de un bingo. Rasco y rasco, noto las miradas de Joost y su amigo, pero yo estoy dale que te pego.

Por fín consigo sacar aquello. Había más tortilla incrustada y formando parte de esa sartén, que en mi plato.

A Cthulhu pongo por testigo, que jamás volveré a usar esa maldita cosa.

Ahora voy a comer mi sandwich de huevos con jamón y queso.

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