jueves, 18 de abril de 2024

Swimming forever in my head

Se ve que esto de que intenten asesinarte activa un poco las neuronas y he decidido escribir un poco. Como aquella vez en una playa de Tulum y de la que el agresor puede sentirse agradecido ya que hace muchos años que no se lo recuerdo. Lo que demuestra lo maravillosa persona que soy, incapaz de guardar rencor. (Y como él no va a leer esto porque es así de desconsiderado, que lo haya sacado a relucir ahora, no cuenta.) Nota mental: algún día debería republicar el relato de aquel momento.

He pensado en hacer una especie de segunda parte de un post que escribí aquí ya hace 5 años (mecagoenlaputa), pero rompiendo el tono más serio con este pequeño pensamiento. Estando en el supermercado (actividad que hago con sumo desagrado) llevo la música a toda leche para que me sea más leve y por algún motivo me ha apetecido escuchar una de esas canciones ricas en recuerdos y sensaciones y mis recuerdos, como siempre que la escucho, van al primer momento en que la descubrí. 

Era una cálida tarde de septiembre con los últimos compases del verano en el aire. Estaba en casa, con la familia reunida y visitas que venían de fuera de la isla para acompañarnos. La tele encendida en un canal local que reemitía la señal de la MTV. En ese momento, el presentador anuncia una actuación en directo de uno de mis grupos favoritos y raudo y veloz le doy al REC en el vídeo VHS para conservar esa retransmisión.

Comienzan a sonar los compases de una canción que no reconocía. La interpretaban por primera vez. Esas cuerdas de guitarra ya forman parte de unas sensaciones capaces de activar mis endorfinas.

Empiezan a cantar una letra melancólica, como si supieran lo que pasaba a mi alrededor en ese momento. Habla de un recuerdo. Estaban cantando una canción por mí. Se habían metido en mi cabeza y convertían mis emociones en sonidos y melodías, hacían rimar los pensamientos.

El pre-estribillo es una traducción de los sentimientos que tenía a flor de piel y salen por la boca de la cantante como si me los extirparan de una manera indolora. Mis ojos pegados a la pantalla con atención. Hipnotizado por lo que estaba escuchando. Me tenían bajo sus efluvios.

El estribillo estalla y mis pensamientos vuelan de un lado para otro por el influjo de los violines. Ya no soy consciente de que estoy en el salón de casa con muchas personas alrededor.

Siguen cantando las estrofas y esa voz soy yo. Me llevaba volando por el pentagrama acompañando a las corcheas y la clave de sol. No estaba siendo consciente que esos minutos formarían parte del recuerdo, como decía la canción, para siempre.

Llega el puente y me doy cuenta que hasta a la canción más triste le saben dar un tono de positividad y esperanza. Que se puede sonreír con lágrimas en los ojos.

Los segundos se agotan y el estribillo se repite una y otra vez. La cantante insiste en que siempre recordará aquellas canciones que solían escuchar juntos y que nunca va a olvidar a esa persona.

Golpes de batería que indican que la canción se acaba. Se oyen los aplausos del público. Parpadeo como despertando y tomando conciencia de que estoy sentado en el frío suelo del salón. Han sido cinco minutos de magia. Cinco minutos de una canción que me ayudó un poquito a desliar mis ensoñaciones y aceptar que, como decía la letra que acababa de escuchar, esa persona ya no iba a estar nunca más pero que nunca la iba a olvidar.

Esa tarde de septiembre de 1999 entendiendo que él se había ido pero que estaría nadando para siempre en mi cabeza.

jueves, 28 de marzo de 2024

No hay manera de dormir.


Hay veces que los mensajes y frases motivadoras vuelan cuales cuchillos en una sesión de control parlamentaria pero los esquivas como hizo Neo con las balas en Matrix o sencillamente te golpean sin que lo notes hasta que alguno te da en toda la rabadilla y no puedes dejar de pensar en ello. Normalmente pasa cuando ese mensaje lo ves repetidas veces.

Pero hablar es fácil. Soltar una frase directa que resuma una esencia lo puede hacer cualquiera. El meollo del tema es cómo ponerlo en práctica, cómo desenrollar la madeja.

"Hoy no sabía qué ponerme y me puse una sonrisa". Que levante la mano a quien no le nacen ganas de pegar puñetazos al oír/leer estas cosas. Dísela a un niño de Gaza y verás tú dónde acaba la puñ***** frasecilla de los coj****.

Aún y así, cuando una de esas frases te llega por un lado y otro al final caes y piensas si no pasará algo contigo. Te convencen a base de repeticiones.

Y es que me ha llegado desde varios flancos el tema de valorarse a uno mismo, quererse, potenciar el amor propio. Muy bien, mensaje captado y dando vueltas en la lavadora con forma de cerebro. Pero, ¿Cómo coño se hace eso?

 Quiero decir, está muy bien la intención, ¿Sirve mirarse al espejo y decirse "Aupa tú"?

He probado a ponerme las sabias palabras de El Cordobés como despertador (Para más señas, son estas de aquí) y creo que no surten efecto.

¿Y cómo se sabe si te pasas de la rosca y acabas por valorarte demasiado? El que la gente no se ría de tus chistes a lo mejor es porque no son tan buenos y reírse de la nariz del de al lado es de mal gusto. Sobretodo si es el cantante de Ketama o alguien que esnifa coca los sábados por la mañana.

¿Y cual es el objetivo real? Si te valoras lo suficiente, ¿dejarás de sentirte mal si alguien que te importa te dice que hay algo en ti que no le gusta? O si alguien te dice que no está interesado en ti, ¿te resbalará cual mantequilla en una sartén porque ya te tienes a ti mismo?

Esta noche de ojos abiertos, revisando el móvil, miraba las notificaciones de San Google que lo sabe todo de nosotros y amado sea, y me he entretenido revisando los recuerdos que te propone. Hoy, hace 14 años lo estabas pasando de puta madre con tus amigos viajando por Italia. Hoy, hace 5 años, estabas feliz de excursión por la montaña. Hoy, hace 7 años, te estabas comiendo un poll gofre con nata y chocolate.

Me paré en el recuerdo de la última gran celebración de cumpleaños que hice, pre-pandemia. La tuve que hacer en dos tandas, una para la familia y otra para amigos. Mientras que los amigos estuvieron acompañándome todo un caluroso día de febrero, la familia me preparó un álbum cargado de recuerdos y dedicatorias.

En ese momento pensé que quizás no es cuestión de valorarme más a mi mismo. Que no debe ser un ejercicio de narcisismo. Quizás sea cuestión de que lo que hay que valorar y querer es a los que te valoran.

Pero sobretodo lo que necesito es mandar a cagar las frases motivadoras y ponerme a dormir.