martes, 11 de septiembre de 2018

Luces y sombras más allá del arco iris






Después de estar tanto tiempo conviviendo con un homosexual, uno aprende que la vida establecida, tal y como nos la han enseñado nuestros padres, es toda una farsa y una mentira.
Germán mismo, mi compañero de piso, ha tenido que superar barreras ideológicas y sociales para llegar a ser la persona que realmente era. Pero no por eso está mejor. Quiero decir, los homosexuales (y también los transexuales, que son cosas distintas pero con muchos puntos en común) han tenido que romper un tabú de nuestra sociedad tan catolizada. A todos nos han criado para ser hetero. Debes casarte con alguien de sexo contrario al tuyo, tener hijos y permanecer juntos y unidos por el resto de tus días. Eso ha llevado a que la amplia mayoría de personas hayan tenido hijos a temprana edad (aunque a muchos no les gusten los niños), que se hayan casado con personas que realmente no quieren y que no hayan disfrutado de la única vida que tenemos. Es muy fácil culpar a la religión y a la sociedad de ello, pero los homosexuales y los transexuales nos han enseñado la valiosa lección de romper con lo establecido para ser tu mismo.

Claro que ello conlleva superar también el probable trauma que va a suponer llegar a ese punto de toma de contacto de quién eres realmente. Y ahí es donde veo que está el problema actual. Por fortuna vivimos momentos de grandes progresos en materia homosexualidad (en transexualidad no tanto). Para la amplia mayoría de personas, es una “nueva” herramienta que tienen entre manos. Aún a día de hoy, más de 10 años después de la maravillosa ley del matrimonio igualitario, carecemos de modelos sociales y está todo muy verde.

La libertad sexual a la que han llegado los gays (entiéndase “gay” como adjetivo que se ha usado siempre para denominar a los homosexuales, hombres y mujeres) es una herramienta que aún no se sabe utilizar. ¡Viva el sexo! no es nada malo. Pero como todo, es un problema si no sabe usarse.

Los homosexuales tienen un fácil acceso al sexo, tanto, que las relaciones suelen estar condenadas o al fracaso o a la perenne amenaza de los posibles y probables cuernos tarde o temprano. Con esto no quiero decir que el 100% de los homosexuales se dedican a tener relaciones fuera de la pareja y sin consentimiento de la misma, pero si un muy alto porcentaje (imposible calcular).

Concretando en el mundo de los hombres (el de las mujeres va por los mismo derroteros pero con sutiles diferencias) las parejas no suelen funcionar. Es muy sencillo chasquear los dedos y tener a alguien detrás tuyo. Las redes sociales, los chats y las aplicaciones de móvil sirven en bandeja esa arma que es el sexo y que aún poca gente sabe usarla de un modo correcto y no destructivo.

Muchos buscan sexo, otros buscan aumentar su autoestima poniendo en riesgo sus relaciones y faltando al respeto a sus parejas ligando por chats u otros medios (aún sin pretender nada físico).

Puedo comprobar que esto se ha normalizado y se ha convertido en norma social. Pero también se pueden contar con los dedos de una mano los que lo tienen tan claro cual Samantha de “Sexo en Nueva York”. Todos quieren pareja estable, pero sin soltar la libertad sexual o la afición del ligoteo. Y ninguno quiere que su pareja haga lo mismo que él. Al final, todos se sienten vacíos en algún momento de sus vidas.


Las parejas gays están condenadas al fracaso si no se tienen las cosas claras. Hay muchos modelos de pareja a los que los hetero no hemos llegado aún. Pueden ser parejas cerradas, parejas abiertas (introduciendo a un tercero en sus juegos amorosos) o sólo amigos que conviven, tienen sexo de vez en cuando, pero son libres de irse con otros (estos se confunden siempre con ser pareja abierta, pero no se dan cuenta ni ellos que sólo son amigos). Entre estas opciones hay matices y grises, no es todo blanco o negro. Todo ideal, todo perfecto, sólo si se dejan claras las normas desde el principio, cosa que no pasa en el mundo gay. Así como la falta de autoestima, también flojea mucho la sinceridad, ausente en gran parte de los casos.

El juego del amor y del sexo es sucio en el mundo gay, mi teoría es que es debido a ese trauma que han tenido que superar rompiendo esas barreras sociales y religiosas que comentaba al principio. Pocos lo han superado de manera natural. Y los que han conseguido llegar, andan muy perdidos sin saber cómo manejar la nueva libertad adquirida.

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