Ya era tarde, lo había visto. Un escalofrío le recorrió la espalda. Respiró hondo, lo cogió y lo mantuvo en sus manos. Lo miró con nostalgia. Aquello formó parte de su vida y tenía un significado importante. A pesar del tiempo, aún lo sentía latir, lo sentía vivo como si hubiera sido ayer cuando su luz y su utilidad le ayudara a caminar por la vida.
Se mordió suavemente el labio inferior en señal de enfado propio por haberlo encontrado, aún sin querer.

Continuó unos minutos más mirándolo, preguntándose qué le hizo guardarlo ahí en lugar de desprenderse de ello totalmente. No brotaron lágrimas, ni remordimientos pero tampoco intención de colocarlo en el lugar donde había estado durante mucho tiempo.
Cuanto más lo miraba, el sentimiento de melancolía daba paso poco a poco a la indiferencia. Pero no una indiferencia total. Porque el significado seguía presente, y la historia no se puede borrar.
Un impulso le decía que apretara ese objeto contra su pecho, como queriendo que las cosas volvieran a ser como antes. Pero no lo hizo. Volvió a guardarlo en el cajón. Irremediablemente, durante un tiempo, se acordaría que esta ahí. Pero confiaba en que lo olvidaría y no pensara en ello al volver a abrir el cajón.
Recogió lo que había ido a buscar, se levantó mirando hacia el mueble, hinchó su pecho de aire y salió de la habitación. Y es que la vida sigue... y la vida simplemente es eso... es vivirla.
Me ha gustado mucho, lleno de emoción y de intriga, podria ser un buen comienzo para una gran historia. Sigo leyendo...
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