A las seis suena el despertador,
flojito, para no
despertar a mi compañera de casa, que duerme en la habitación de al lado, estamos los dos situados en un sótano acondicionado de una casita de madera muy cuca. Después de vestirme, subo a la cocina por unas escaleras que dan al jardín, por llamarlo de algún modo. En realidad es un bosque semitropical, con palmeras y el canto de muchos y raros pájaros.
despertar a mi compañera de casa, que duerme en la habitación de al lado, estamos los dos situados en un sótano acondicionado de una casita de madera muy cuca. Después de vestirme, subo a la cocina por unas escaleras que dan al jardín, por llamarlo de algún modo. En realidad es un bosque semitropical, con palmeras y el canto de muchos y raros pájaros.
Me preparo el desayuno y la comida que
voy a llevarme hoy. Limpio los platos nada más usarlos, es lo que
tiene vivir en una casa compartida, todos estudiantes universitarios.
Después de asearme, agarro la mochila y salgo a la calle dispuesto a recorrer los 4 km que me separan de la academia. El barrio parece sacado de un cuento de hadas playero. Palmeras, bosque, casitas bajas de madera como cabañas y césped en lugar de aceras. Pequeñas cuestas durante el recorrido dentro del barrio hacen que calientes y comiences a sudar. Aquí es invierno y las mañanas son frías. Aunque el sol calienta a 20º más tarde.
Mi paseo por la ciudad discurre por una
amplia avenida cargada de coches. Esta ciudad está diseñada para
ellos. Las aceras son pequeños trozos de cemento rodeados de césped
y sólo en un lado de la calle y los semáforos están en verde
segundos, sin llegar al minuto (literal). Cruzo el campus
universitario y las vías del tren hasta llegar a la entrada del
parque de Roma Street. Cargado de grandes árboles de helechos y todo
tipo de vegetación y fauna animal, sobretodo pájaros de todos los
tamaños y estilos. Es la mejor parte del camino.
Enseguida llego al centro económico y
financiera de la ciudad. A esas horas lleno de personas trajeadas y a
un ritmo frenético. Cruzando calles en diagonal y con maletines en
las manos. Me recuerdan a los hombres grises de Momo. Todo está
plagado de locales de comida a pie de calle, donde la gente compra
sus cafés y los va tomando mientras corre a sus puestos de trabajo.
Entro en el culo y me dirijo al segundo
piso saludando con un “Mornin' ” a todo alumno que me cruzo, la
mayoría asíatico. Por lo que he podido averiguar, sólo somos 3
personas los que superamos los 30. El resto son chavales de 19 a 21
años. En mi clase soy el mayor con mucha diferencia. Parece la ONU.
Están representados los países de Alemania, Rusia, Korea, Vietnam,
Thailandia, Colombia, Brasil, Italia y Venezuela. El profesor con
camisas hawaianas nos da tijeras y pegamento de barra. Socorro... he
vuelto a la EGB.
Después del descanso y ver el resto de
nacionalidades representadas (de momento parece ser que soy el único
español) en forma de alumnos, seguimos con las clases hasta la hora
de comer, que eso son las doce y media. Hoy acabamos pronto las clases y salgo a disfrutar de mi comida a uno de los muchos
parques que tiene la ciudad. El sol calienta y la gente se tira en el
césped. Es costumbre aquí comer así. Comprar algo rápido (triunfa
el Sushi) o traerse el tupper como hago yo, y cada uno con su botella
de agua rellenada en casa o en las muchas fuentes públicas. Es todo
un lujo para un mallorquín como yo acostumbrado a comprar agua
embotellada. En uno de los parques unos chicos tocan música en vivo
con altavoces y el ayuntamiento pone tumbonas gratis para la gente.
Cojo una y disfruto de la velada.
Después de una ligera siesta al sol,
paseo por el borde del río Brisbane (se llama igual que la ciudad,
así es más sencillo para los exámenes de Geografía ¿no?) viendo
un ir y venir de personas. Esta ciudad está viva.
Poco a poco camino otros 4 kilómetros
hasta mi
barrio. El transporte público lo uso en contadas ocasiones. Es demasiado caro (6$ por un trayecto hasta mi casa) y me enfadé cuando me pusieron una multa de 10$ porque la máquina no funcionó y no reconoció la tarjeta al salir (aquí hay que ticar al entrar y al salir). En fin, no puedo reclamar porque no puedo demostrar nada. (Yo pasé la tarjeta... lo juro por Cocodrilo Dundee).
barrio. El transporte público lo uso en contadas ocasiones. Es demasiado caro (6$ por un trayecto hasta mi casa) y me enfadé cuando me pusieron una multa de 10$ porque la máquina no funcionó y no reconoció la tarjeta al salir (aquí hay que ticar al entrar y al salir). En fin, no puedo reclamar porque no puedo demostrar nada. (Yo pasé la tarjeta... lo juro por Cocodrilo Dundee).
Decido pasar por el supermercado a
comprar pan de molde, aquí no hay cestas de la compra, por lo que la
gente carga con cajas o bolsas de casa para poder transportar lo que
quiera comprar dentro del supermercado. Los productos son muy similares a los nuestros, hay
(casi) de todo. Desde aceite de oliva español (made in Italy, así
lo indican en la botella) hasta todo tipo de fruta (echo a faltar los
melocotones veraniegos). Al pasar por caja te encuentras con el
clásico stand con cajas de chicles, barritas energéticas y
medicamentos de farmacia, puestos ahí en oferta para que te
atiborres a Ibuprofenos.
Llegando a casa se va poniendo el sol y
el cielo se cubre de grandes murciélagos. Es el momento que más
costumbre aderezada por mi afición por los vampiros, y no siempre puedes ver la silueta de estos mamíferos tan grandes y tan perfectamente como aquí. Las calles son oscuras ya que, como dije, está todo pensado para el coche y el alumbrado público es muy escaso o inexistente en según qué calles. Pero la seguridad es grande, aquí no cierran puertas.
Una vez en la casa, me preparo algo de
cena a las siete de la tarde. Al comer tan pronto y rápido, la gente
cena tarde y mucho. Así que aquí estoy, tumbado en mi cama de
1.35cm comiendo medio litro de yogur macrobiótico. Un gran
descubrimiento que me recuerda a las pringles, una vez empiezas, no
sabes cuando parar. Me comería el litro entero de una sentada.
Estudio un poco de inglés y veo alguna
serie en versión original subtitulada al inglés. Si hay alguien
conectado, saludo un rato y muy temprano, me voy a dormir. ¡Buenas
noches desde el futuro!
P.D.: Me despido con esta canción que escuché el primer día que paseé por la ciudad y me animó mucho.
Me encanta!
ResponderEliminarQue bello todo, es como estar en el cielo.
ResponderEliminarAcuérdate de ir a misa los domingos
Dios te bendiga
Genial!!!! Pasalo bien y aprende cn la experiencia!!!! Y no te preocupes que la temporada de "malacatones" no es buena..pero aun asi te guardaremos ...y mas si estan cargados d proteinas para q dejes en el olvido esos yogures jeje...cuidate campeon!!!
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