martes, 26 de noviembre de 2013

En Ariquitaun taun. Una gran urbe que parece un pueblo a los pies de los volcanes



 A una hora tan respetable como son las tres de la madrugada pasaba el transporte que me llevaría de nuevo al aeropuerto. No hacía ni 24 horas de mi llegada a Lima y ya la dejaba atrás. ¿Por qué extraña razón los vuelos salen tan tempranos aquí?

No lo sabré nunca, pero la tontería hace que aproveches el día, aunque al caer la tarde/noche acabes más muerto que vivo.


A rassss

El vuelo a ras de nubes con la salida de sol es una experiencia única. De fondo ya se vislumbra la cordillera de los Andes y poco a poco te acercas al destino y ves unos picos nevados. Son varios volcanes y sólo uno de ellos sigue en activo aunque ya no supone una amenaza grave. Sus nombres son divertidos, el Misti que es el más impresionante, el activo y que antes del calentamiento global tenía nieves perpetuas (ya no, pa que venga el h*** de p*** de Rajoy a hablarnos del subnormal de su primo), el volcán Chachani y el Pichu pichu. (pasivos los dos). En sus faldas, la ciudad de Arequipa, tierra de Mario Vargas Llosa. Una urbe de un millón de habitantes con sabor a pueblo peruano auténtico.

Toca un paseo obligatorio por la ciudad de edificios de sólo una altura. La zona es de constantes terremotos. Me cuentan que cada día hay 7 u 8, aunque la gran mayoría no se notan. Desde 2001 que no hay uno de considerables dimensiones. Desde luego, yo no aprecié más que el mareo del jet lag. Comí un helado típico de la zona llamado queso helado ariquipeño que no está hecho de queso, pero ellos son asín de guays. Visito un convento de clausura enorme que ahora sólo alberga a 30 monjitas, pero la historia es muy interesante. Parece Mos Easly, el puerto espacial de mala muerte de Star Wars, lo juro por Chewbacca.

Adivine cual es cual

En mi incursión gastronómica pruebo un rocoto relleno (vaya timo... en internet ponía que era otra cosa y resulta ser pimiento relleno de carne). Que no está mal, pero mi vista la tengo puesta en Cuy frito que por desgracia todavía no he probado. Cuy es el nombre que se le da aquí a los conejillos de indias... ñam ñam... se cocinan tan cual, el cuerpo entero, con cabeza incluida y espatarrao cual ligue de Paquirrín esperando la penetración de la exclusiva en el Sálvame. Ya caerá, ya ese Cuy.


Plaza España patrocinada por...


Al día siguiente me recogen y me uno a un pequeño grupo formado por brasileños, peruanos, chilenos, canadienses e italianos. Nos trasladan al pueblo de Chivay, según sus propias palabras, está muy cerca, a tan sólo 5 horas de coche (me temo que tienen un serio problema con las medidas, sobretodo del tiempo). Nadie sabe lo que son pasar esas horas sentado junto a la mujer con el culo más gordo de Perú. Me tuvo que tocar a mi, ni su hijo quería sentarse a su lado. Cruzamos una carretera que sube hasta los 5000 metros de altura rodeando varios volcanes. Un desierto de montañas donde el mal de alturas se nota mucho, sólo subir escalones y el pecho te duele, además de un dolor de cabeza persistente. Ya puedes tomar pastillas que nada. Incluso mastiqué hoja de coca y tomé un mate de coca. Uno de los volcanes que teníamos en frente, estaba en activo y soltando fumarolas sin cesar. A la llegada al pueblo, la comida fue interesante, conversando en italiano y brasileiro. Parecía una reunión de Naciones Unidas.


Esto es MIEDO.


Chivay es un auténtico poblado peruano situado en un valle entre volcanes extintos. Casas de piedra y adobe, calles sin asfaltar, y la gente con el atuendo típico. El sol pega fuerte. Después de comer, me dirijo con unos de mi grupo a bañarnos en aguas termales que calientan los volcanes (extintos, pero
cachondcalientes en su fuero interno). Allí hago trato con un peruano y una pareja de arquitectos chilenos muy pudientes.
Algo me dice que el peruano es de cáscara amarga y le caí en gracia (cuando se lo cuente a mi compañero de piso, Germán, me dirá que siempre le quito pretendientes sin ser yo nada de eso).

Para finalizar la jornada fuimos a pasear por el pueblo y tuve una sorpresa similar a la vivida con la Pantoja, y es que por las calles del pueblo sonaban Ricchi e Poverti.



Para cenar fuimos a una tipíca pizzería peruana de las de toda la vida donde hacían bailes típicos y tocaban canciones en directo muy de la zona. En uno de los bailes, el chico se travestía de mujer representando el novio que quería ir con su enamorada sin que los padres sospecharan llamado “”witiwiti”, y en otro se ponía una máscara en plan sadomaso y los dos se “peleaban” con unas hondas (tan mallorquinas ellas). Maravilloso. (El peruano no deja de querer de hacerse fotos conmigo... ¿en qué momento he de pensar realmente mal?)


Oioioiii ¡hasta dónde llegan los catalanes!

Hoy concluyo este relato de los dos días más tranquilos con una canción del peruano Gian Marco. Mañana toca ver cóndores en un cañón nada colorado y una clase de tacos e insultos peruanos.


8 comentarios :

  1. Buajaja; los maniquises me han recordado a "ciertas viejas glorias"... queremos ver fotos de tu "pretendiente" peruano, y estoy de acuerdo en que el "pueblito" se parece a Mos Easly (los he distinguido por el árbol)
    por cierto, que palizón te estás dando!!! venga de kilómetros y kilómetros...

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  2. Ostras, no lo había pensado! Se me ha ocurrido un fotomontaje ideal con eso! Jajaja

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  3. Cuy!!! Se llaman CUY, al conejillo de indias. Por tus dioses, como puedes haber entendido tan mal.

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  4. Ahhhhhhhh!!!! Y respecto del peruono, mejor no pienses (ni bien ni mal), simplemente ataca. Jajaja.

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  5. Pero cariño, el peruano y tú en un pueblo perdido de los Andes, te pone ojitos, exalta tu esbelta figura, te acaricia mientras sonrié a la cámara en tu presencia...Richi e Poveri de fondo "será per qué te amoo" ¿ Que más tiene que pasar para que os beséis?

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  6. Que chulo Len! Ya nos contarás como acaba el ligue ;-) Terremoto no esperes, sabes que no sueles tener suerte, y cuanto más lo desees peor! Y ojo con el mal de altura... Te queremos de vuelta entero!!

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  7. El mal de alturas de atonta. Eso y que aún no lo he catado.

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