sábado, 23 de noviembre de 2013

Me limo la lima en Lima, mientras lamo un lomo, es mi lema.... (Porfavor, que alguien me pare)


España huele a ajo. Así de golpe. Ah no, calla, que es la basura que hay en Madrid. Ya estaba por concederle a la Beckham el Nobel de olfateratura. El avión a Lima salió con algo de retraso desde Madrid. Sólo habían tres vuelos que salieran a las doce de la noche y se retrasa uno. En fin. This is Spain.

El vuelo dura como doce horas y pico. Me acompañó una señora peruana casada con un italiano y que iba a ver a la familia. Me contó su vida entera, pero era maja. 12 horas dan para mucho, pero procuras dormir un poco. Aún así tuvimos tiempo de vivir un "Harry Potter y el misterio del poncho perdido". Una viejita a mi lado me preguntaba que si había visto su poncho, que se había ido al baño, lo dejó en su asiento y desapareció. Mientras la ayudaba a buscarlo me mira y me acusa que recogí algo el suelo... ay... ayayay. Esto me huele a problema. La señora se convence pero comienza a pedir ayuda al resto de pasajeros y acusando a alguno. Al final me pide bajarle su maleta (que no era la suya) con el dueño de esa maleta mirando, los pasajeros conjeturando, todos pendientes del poncho. Localizo su maleta y oh... el poncho está en ella. Risas, alivio y nos miramos todos. Una hora después la mujer volvía a reclamar el poncho que no había sacado de la maleta. Al finalizar el vuelo y sentadita decía que no encontraba sus otras dos maletas que había facturado. (…)

Peruanos que viven al límite de la ley o donde leen NO uses ellos interpretan "Festival bocinero".
Más tarde de lo previsto aterrizo, y cual Francisco Pizarro me dispongo a visitar la ciudad. Lima no es una ciudad con una gran personalidad. Podrías estar en México o cualquier otro lugar de Sudamérica, pero tiene su encanto evidentemente. Lo primero que te encuentras es con el terrible tráfico, típico en este tipo de lugares (Nápoles, países árabes...). Si ya lo habías visto antes, no pasas miedo. Dentro del gran desorden y desobediencia a señales de tráfico, no se producen accidentes así como así. Aunque tienen la mano muuu floja y le dan al claxon que da gusto, hasta para señalizar maniobras. Hay policías en los cruces en sus casetas, como antaño. Curioso que son clara mayoría mujeres. Aunque no sé si ponerlo en plural. Todas son iguales, por lo que he desarrollado la teoría de que son la misma que va corriendo de puesto en puesto. Pero la mujer también está presente en las obras públicas. Algo impensable para nosotros y ellas aquí no se les caen los anillo por hacer el trabajo sucio y pesado de los obreros.

Qué intensos son... esa calavera con cara maligna ya te da miedo, terror y pavor.
En fin. Mi Tour por la ciudad comienza en un autobús con la Pantoja sonando de fondo ¡Olei! No era mi idea de música peruana que me podía esperar. Qué influencia tiene la mujer. Me la imagino de concierto por aquí con un sonoro “de repente no me vais a grabar más”. ("De repente"... este par de palabras lo sueltan cada vez que abren la boca).





Algo que me llama la atención a la par que me asusta un poco, es que ya son varias las personas que me indican que vaya con cuidado y no me mueva alegremente por la ciudad. Mucha inseguridad ciudadana. Que no vaya enseñando mis atributos camarísticos y que agarre bien la mochila en la mano. También me recomiendan que evite pagar con tarjeta a no ser que tengan datafono o yo pueda ver en todo momento lo que hacen. Cagao un poco me aventuro aún así por la ciudad, aunque en zona buena. Dudo si en mis ansias de callejear me metí por zona “mala”, pero yo lo veo todo igual por aquí.

La ciudad tiene pocos edificios monumentales, pero esos pocos son preciosos. Recuerdos de espein por todo hacen que no olvides que tus antepasados masacraron estas y otras tierras y dudas de si todavía te guardarán rencor por ello (seguro que alguno que otro sí...).

Después de una visita por el centro histórico, con el museo arqueológico situado en el antiguo banco de la ciudad, con su cámara acorazada incluida, acabo la visita en el Convento de San Francisco. Sin duda alguna, lo mejor. Para mi desgracia no pude realizar fotos, estaba terminantemente prohibido y por una vez me porté bien (no es mi estilo, soy especialista en sacar mi cámara donde no toca y a escondidas). Un convento estilo colonial que conserva una biblioteca de ensueño (espero que mi mente también la conserve) y unas interesantísimas catacumbas llenitas de huesos.

La verdad es que la cámara de fotos es importante tenerla encendida y lista para actuar porque hay muchos detalles dignos de museo... museo de lo curioso. Pongo unos ejemplos, pero reseñar que no llegué para fotografiar la tienda “Chunga” (ese era su nombre), la portada del diario “La Razón” (nada que ver con la española) y sobretodo un cartel en la entrada a un edificio municipal que decía “Si lleva armas, comuníquelo”). Y se quedan tan pachos...

Google se inspiró en estas papeleras que pululan por toda la ciudad. No hay duda.

El ángel del norte dispuesto a ayudarte. Y ahora mismo me he percatado del otro cartel de abajo.

Creo que no se refieren a la tranca que nosotros... emmm...

ola, quiere toalla o ke ase?


Titulares explosivos. Esto SÍ es periodismo de calidad.


Mañana (muy) temprano (a las 3 in the morning) agarro avión para viajar a Arequipa. Un pueblo en medio de los Andes. Ahí será cuando conozca por fin el verdadero Perú.



Como recomendación musical, esta canción de Shakira con ritmos peruanos andinos. ¡Me siento afortunado realmente!



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